miércoles, marzo 22, 2006

Carlos Gaviria Díaz en la crónica de una entrevista fraccionada


Por Camilo Jaimes Ocaziónez

Tengo a 30 metros, frente a mí, a un tipo serio de estatura mediana que habla claro y sin dar rodeos. Carlos Gaviria Díaz debía llegar por la mañana del día 1 de marzo a la Feria del Libro de la UNAB, sin embargo apareció varias horas después de lo previsto, casi por la noche.

Ahora, es necesario esperar hasta mañana para hacerle la entrevista, pero sobre todo es necesario hacerle la cacería inmediatamente y pedirle una cita para asegurarla. Carlos Gaviria acepta la invitación, "Mañana después de la conferencia", dice.

La noche se fue como por dentro de un tubo. Tengo entre las manos un formulario con treinta preguntas para entrevistarlo y una foto recortada de revista en la que el candidato presidencial por el Polo Democrático Alternativo aparece disfrazado de Papá Noel junto a dos mujeres disfrazadas de duende y un oso de peluche que tiene la lengua por fuera. La expectativa es grande.

Gaviria Díaz está de pie frente al auditorio para abordar el tema de los derechos de los homosexuales. Marzo 2 de 2006. Interesante. Sin embargo mi expectativa está amarrada a la figura del candidato presidencial y en alguna medida a la del opositor del actual Gobierno. El auditorio está lleno. Prefiero esperar por fuera.

Carlos Gaviria Díaz, el abogado de la Universidad de Antioquia que luego asistió como estudiante especial a la cátedra de jurisprudencia de Harvard, fue maestro universitario para luego en los noventa despuntar como el más destacado de los magistrados, inclusive ocupando el cargo de presidente de la Corte Suprema de Justicia. En 2002 , Gaviria llegó al Senado con una altísima votación: la quinta mejor.

Asimismo, Gaviria es uno de los hombres con la agenda más apretada del país. En los últimos 15 días ha estado en más de 15 municipios desde el departamento de Nariño hasta la Guajira.

Desde fuera del auditorio puedo escuchar la voz del candidato: “Ahora en todas partes hay personas dispuestas a escuchar mis propuestas: ¡Ese ya es un triunfo!”, dice Gaviria al final de la conferencia. Luego, camina con dificultad en medio de un grupo de estudiantes que tratan de conseguir respuestas a unas preguntas que para mi gusto son ingenuas.

“¿Es usted comunista?”, pregunta una muchacha con una grabadora de casete, pero él responde que no, que él no es comunista pero que necesariamente hay que apostarle a la equidad en el país... En especial en este país que está repleto de pobreza, pienso yo.

Gaviria Díaz sale del auditorio rodeado de un enjambre de curiosos y de periodistas. Es difícil caminar.

De cerca, la primera impresión que deja el candidato es la de mucha respetabilidad y, aunque tengo la foto en la que sale disfrazado de Papá Noel en la mano, no logro asociar a Gaviria Díaz con la ridiculez del disfraz colorado de la imagen, además porque yo no creo ni en Papá Noel, ni en el Niño Dios, ni en el Ratón Pérez: más allá del disparate papanoelesco, la osadía o la payasada, Gaviria Díaz es un hombre que habla tejiendo argumentos, enseñando, explicando.

Carlos gaviria Díaz es un tipo que rescata la importancia de la dialéctica y de la retórica como vehículos para la expresión de la razón. No como fuentes de inspiración para la demagogia.

Hay unas 40 personas desconsideradas a su alrededor. Gavira está sudando a caudales, colorado, porque está vestido de saco y corbata. La Policía lo escolta y sin proponérselo impide la proximidad de la prensa y de los estudiantes. Hace un calor un poco menos que infernal.

Los organizadores de la feria también escoltan al candidato y también sin proponérselo, aunque tengo mis dudas, están impidiendo el acceso de la prensa. ¿Y la entrevista? “Doctor Gaviria, yo hablé con usted ayer para que me diera una entrevista hoy después de la conferencia y usted me dijo que sí”, eso le digo en medio del bochorno y el sopor.

El candidato me mira. Miro la hora. Son las once y cuarenta y cinco de la mañana.

Carlos Gaviria me toca el hombro para seguramente responder con cortesía ante mi requerimiento. No obstante una mujer sale en su defensa, “el doctor Gaviria tiene una agenda muy apretada y en unos minutos tiene una entrevista en el estudio de televisión, después almuerza y sale de Bucaramanga en el vuelo de las dos de la tarde. Así que los periodistas que desean hablar con el doctor tienen cada uno cinco minutos para hacerlo”.

Por fortuna para todos, menos para la prensa, somos sólo tres. Ni siquiera. Ahora quedamos sólo dos porque la periodista que trabaja para uno de esos canales regionales de televisión decide marcharse de muy mal genio.

Saco mi grabadora y oprimo la tecla “rec”. Una colega del periódico 15 da inició a la primera entrevista acerca de lo que piensa el candidato con relación a los derechos de los homosexuales, más exactamente, del matrimonio gay. ¿De eso no era que se trataba la conferencia? ¿Otra vez vamos a preguntar los mismo?

Grabo a Carlos Gaviria:

“La constitución impide la discriminación de los demás con base en sus preferencias sexuales”.

“Una sociedad siempre está preparada para progresar, con respecto a este tema lo que sucede es que no se debe imponer nada, se debe permitir para que la sociedad aprenda con base en su propia experiencia de la tolerancia”.

“Los derechos de las parejas homosexuales no son iguales a los de heterosexuales, es necesario romper los prejuicios, la constitución del 91 no sólo debe leerse como una propuesta política, debe ser leída, también como un propuesta pedagógica”.

“El derecho no sólo ayuda a encausar el modo en que una sociedad vive, también ayuda a transformar la sociedad, cuando una conducta ya no se vive como pecaminosa o ilícita sino como una conducta permitida la conducta de la persona cambia, la apertura mental es otra y la transformación social, que no se produce de un día para otro, empieza a darse. Yo no concibo una democracia en la que las personas tienen que esconderse para vivir una conducta que no atenta contra los derechos de nadie”.

Antes de que termine la entrevista que antecede la mía, miro mi cuestionario que de 30 preguntas me toca reducir a tres o cuatro por la falta de tiempo.

Al final de la primera entrevista Carlos Gaviria añade: “¿Existe una verdadera democracia cuando no estamos
en capacidad de respetar la individualidad de los demás?”.

La periodista agradece la entrevista.
Es mi turno.

Salto las primeras preguntas de mi cuestionario: ¿Qué le gusta hacer en su tiempo libre?, ¿Cuándo eligió el camino de las leyes?, ¿Cuál es el recuerdo más grato de su labor como maestro en la Universidad de Antioquia?, ¿Qué fue lo más complejo de su labor como magistrado de la corte constitucional?, ¿Qué es la ley para Carlos Gaviria y cómo le explicaría a un niño de qué se trata la justicia y para qué sirve?
Continúa la grabación. Tomo aliento. Saludo y comienzo por fin mi entrevista:

¿Por qué lanzarse a la presidencia de la república?

Porque hay sectores de la opinión pública que me han expresado que creen que yo puedo contribuir de alguna manera a que el país cambie su rumbo, y como yo, personalmente, creo muy equivocado el rumbo del país y creo que puedo aportar, entonces, veo mis aspiraciones presidenciales más que como una ambición de poder como un deber.

¿Qué es la paz para Carlos Gaviria?

La paz no es solamente la ausencia de conflicto. Para mí la paz es un estado en el que los conflictos tienen causes de solución y tienen reglas claras que las partes aceptan como maneras de vivir sus discrepancias. Yo no concibo una sociedad sin conflictos, sin opiniones divergentes. Yo pienso que esa sociedad uniforme que la gente se imagina que es la sociedad pacífica no es ni siquiera deseable, me parece sí que la paz consiste en aceptar las reglas que están creadas para dirimir las distintas diferencias que puedan darse.

Detrás del doctor Gaviria están haciéndome señas con un cartel que dice, Camilo sea breve por favor. Miro mi cuestionario, estoy incómodo por el afán. Salto varias preguntas y continúo:

Desde su punto de vista, ¿Cuál sería su prioridad como presidente, cuál es el problema más grave que tiene Colombia?

Es mi propósito sembrar los cimientos para la erradicación de la desigualdad o lo que yo llamo la iniquidad.
Yo siempre hago la siguiente observación, la palabra inequidad no existe, la usamos para remplazar la palabra iniquidad, es decir, tratamiento inicuo. Yo pienso que en el país hay mucha pobreza y que ese es un mal grave, que hay miseria y ese es un mal gravísimo, pero pienso que lo peor de todo es la desigualdad porque aquí convive una opulencia extraordinaria, arrogante, de un sector muy reducido de la sociedad con una pobreza de sectores inmensamente mayoritarios. Ese sí me parece que es un factor irritante. Atacar la desigualdad es atacar la miseria y la pobreza que hacen parte del origen del conflicto. Precisamente yo creo que el doctor Uribe niega la existencia de un conflicto porque eso lo dispensa de atacar las raíces del mal para de ahí sí atacar las manifestaciones más epidérmicas que son las violentas.


Los organizadores de la Feria y las personas que están a Cargo de Carlos Gaviria hacen señas con el radio teléfono en la mano, ya no más preguntas, me dicen sin voz.

Salto dentro de mi cuestionario las siguientes preguntas, ¿Cómo piensa redistribuir el ingreso en Colombia?, ¿Cómo piensa generar empleo digno (permanente con prestaciones sociales)? ¿Qué modificaciones haría a la Ley 100? ¿Qué haría para que funcione la justicia en Colombia? ¿Cómo piensa combatir la corrupción del Estado? ¿Si en sus manos estuviera modificar la extradición, qué le cambiaría?... Es muy triste tener que saltear todas las preguntas. Pero hay que concluir y escojo una última:

Doctor Gaviria, una última, ¿Hace falta oposición política?

Sin duda, hace falta. Y hace falta asimilar la necesidad de la oposición porque aquí todavía el opositor se le sigue tratando como un hereje, como un indeseable. Le doy un ejemplo, alguna vez a mi me enviaron del DAS de Medellín un carro sin frenos y yo dije, esto por qué, y el conductor me dijo, doctor yo no soy culpable de eso, lo que pasa es que mi jefe me dice que si usted se mata no importa porque usted está en la oposición, o sea, esa es la reacción de una persona ignorante, pero en círculos más altos nos dan un tratamiento no tan burdo como ese pero sí un tratamiento discriminatorio que no debería darse en una democracia porque la democracia se alimenta de esa tensión que hay entre la propuesta del Gobierno y la propuesta de los opositores.

“Doctor muchas gracias”, digo. Carlos Gaviria asienta con la cabeza y se pone de pie inmediatamente. Tres policías lo escoltan. En mis manos está el cuestionario de las 30 preguntas salteadas además del recorte de la revista Soho. El enjambre y el candidato se retiran.

Ahora, habiendo grabado las entrevistas, tiro todo lo que tengo en las manos a la basura. Luego, reviso la grabadora, escucho a Gaviria y pienso, ¿Será que este tipo se le medirá a disfrazarse de Papá Noel si llega a la presidencia?

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

ése seudoentrevistador de esta publicacion no es ni periodista ni entrevistador sino un individuo prejuiciosamente mentalizado y de criterio parcializado en situarse a los pies del otro sujeto llamado carlos gaviria diaz, sin la mas minima profundida e independencia que debe tener quien se diga entrevistador, asi hubiera podido entrevistar gaviria al ocaziones y daria el mismo resultado o sea un par de amiguitos que sin conocerse se dan besitos.

4:16 p. m.  

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