jueves, abril 06, 2006

Cien por ciento tolerancia

Por Marcela Vargas Cabrera
mvargas5@unab.edu.co
El gusto por personas del mismo sexo y la homosexualidad en toda la dimensión de la palabra no puede ser motivo de exclusión, mucho menos en un país en el que la propia Constitución Política de Colombia, Capítulo II, Art. 13, manifiesta que: Todas las personas nacen libres e iguales ante la ley, recibirán la misma protección y trato de las autoridades y gozarán de los mismos derechos, libertades y oportunidades sin ninguna discriminación por razones de sexo, raza, origen nacional o familiar, lengua, religión, opinión política o filosófica.
Todo ser humano sin importar su condición o gusto sexual debe ser respetado y tenido en cuenta, como cualquier hombre o mujer. La sociedad colombiana no puede taparse los ojos ante una realidad que cada día es más visible y cercana.
Por esto comparto la posición de que la homosexualidad no es un problema, ni una enfermedad y mucho menos una anormalidad. El ser gay simplemente es una orientación y preferencia sexual que, al igual que los heterosexuales, debe ser vivida de manera libre, responsable, sin discriminación, coerción, ni violencia, como lo sustentan las organizaciones dedicadas a la educación en temas de salud sexual y reproductiva y planificación familiar como Profamilia.
Desde hace 17 años la lucha por los derechos de los homosexuales ha sido evidente en el mundo. En 1989 Dinamarca fue el primer país en aprobar una ley que permitiera el matrimonio civil de tales uniones con los mismos derechos que los matrimonios tradicionales en cuanto a propiedad, herencia, impuestos y seguridad social, con excepción del derecho a la adopción. De ahí, Noruega en 1993 aprobó una ley similar y en 1995 Suecia hizo lo mismo. El furor se regó por toda Europa, a tal punto que Holanda ya aprobó el concepto de matrimonio pleno, sin distinciones; Francia aprobó el Pacto Social de Solidaridad (Pacs) que protege a heterosexuales y homosexuales. Alemania y Reino Unido también han establecido leyes similares.
En Latinoamérica sólo Argentina, Chile y Colombia han adelantado proyectos serios al respecto. Sin embargo, la coyuntura colombiana ha llevado a que aún en el Congreso no se pongan de acuerdo en establecer condiciones de equidad para los homosexuales. Lo que me parece absurdo, pues antes de ser homosexual o heterosexual somos seres humanos y todos debemos contar con las mismas garantías, llámese mujer, hombre o gay.
Desde 1999 la senadora Piedad Córdoba, junto con algunos congresistas, han presentado proyectos de ley que permitan el reconocimiento pleno de los derechos homosexuales y les garanticen igualdad en la legislación colombiana.
Estas propuestas sólo exigen las mínimas condiciones de aceptación, tolerancia y respeto para los gays. Temas como la constitución de un régimen patrimonial; beneficios de seguridad social para este tipo uniones; aplicación de la legislación sobre violencia intrafamiliar en parejas homosexuales; penalización con cárcel de uno o dos años a prácticas discriminatorias, que se duplican si son ejercidas por miembros de la Fuerza Pública; educación sexual en colegios y creación de comités de salud sexual y reproductiva que aborden el tema homosexual y el diseño y la ejecución de programas que tengan en cuenta las diferentes orientaciones sexuales y las identidades de género son los que piden que se reglamenten en el país.
Colombia se ha definido como territorio diverso y multicultural, pero pareciera que esa diversidad está condicionada por factores moralistas que impiden tener la mente abierta ante procesos y estilos de vida que se han venido evidenciando no sólo en el país sino en todo el mundo. Pienso que es indispensable generar espacios de tolerancia y que nosotros desde nuestro papel de comunicadores aportemos los mecanismos necesarios para que, entre todos, logremos que esta sociedad caracterizada por sus principios conservadores, de paso y acepte sin repudios a seres humanos que con valentía quieren hacer valer sus gustos y estilos de vida. Pues sólo a través de una tolerancia al cien por ciento lograremos evolucionar y trascender como seres humanos de mente abierta, capaces de aceptar los cambios que a diario se presentan en la vida.